jueves, 7 de julio de 2011

Las aventuras de un pedido fuera de casa

Alucino en pepinillos. Im-presionante. Me comentan desde la naviera que el pedido que mandé a finales de mayo, ha embarcado el jueves pasado. Pregunta: dónde ha estado el vino TOOOODO ese tiempo? Pues espero que al solaco no.
Ya  fastidia. Aquí, haciendo malabares para que el vino quede perfecto, y ahora  se estropea en el transporte. Ains, que rabia!.
A que peligros se enfrenta mi vinito? Esa botellina indefensa, ese pequeño ser líquido abandonado de la mano de Dios, se encuentra confinado en un recipiente estanco y con el aumento de temperatura aumenta el volumen del vino (y por supuesto la presión interior), y si nadie lo remedia puede incluso salir el corcho volando cual petardo en plena mascletá.
Pero eso no es lo peor, NOOOO. También puede ser que con todo ese calor, los procesos químicos se aceleren y se pique el vino, que el color evolucione y que pase de ese rojo piruleta tan mono, a un  color anaranjado poco atractivo en vinos blancos y rosados.
Tanto curro p’a ná. Cagüen!

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