viernes, 18 de febrero de 2011

Catar es fácil, nociones básicas 1. Introducción

Catar es apreciar las cualidades del alimento. Y no es tan complicado, aunque tiene su punto. Sólo hay que seguir unas normas básicas. Un protocolo estandarizado (algo así como una ISO 9000) hasta que ya tienes suficiente soltura como para saltarte la mitad de los pasos. (lo que le da ventaja sobre la ISO).
En un principio hay que tener en cuenta el ambiente. En la cata existen factores externos que pueden distraernos como puede ser el llevar un perfume, carmín, el tener frío o calor, el fumar o beber café. La sala ha de ser adecuada, con una buena luz: blanca y directa. Así mismo las copas influyen, lo mejor es que sean lisas, sin grabados. Un detalle muy importante en las catas lúdicas es NO poner los pinchos al lado del catador porque entonces, el vino si que olerá a cabrales o pimiento rojo con anchoa recién pescada en Santoña. Y además la concurrencia pasará de la cata y vaciará la fuente de comida (comprobadísimo).
La copa ha de llenarse hasta el punto más ancho, hay quien cuenta (mil uno, mil dos, mil tres, mil cuatro) para verter la cantidad correcta, como cuando las abuelas rezaban un padre nuestro para tener un huevo pasado por agua.
Una vez solventado esto, hay que tener en cuenta que la cata se hace a través de los sentidos, a saber: vista, olfato, gusto, tacto y oído. El vino se aprecia con los cuatro primeros.
El primero, por llevar un orden lógico, es la vista. En primer lugar se observa el color, la intensidad, el brillo, la limpidez.
Después podemos pasar al aroma. Es muy complejo porque hay muchas moléculas que dan olor y cada una nos recuerda a algo. Es decir, es el más subjetivo de los sentidos y además está sujeto a un ejercicio de memoria. Para facilitar las cosas existe algo que se llama rueda de aromas. Es un esquema donde se encuentran clasificados todos los aromas. Ayuda mucho.
El sentido del gusto, nos dice si es dulce, salado, ácido o amargo. No os liéis. No hay más: sólo son  cuatro.
También hay sentido del tacto en la boca. Nos dice si hay suavidad.
Y para complicar un poco el asunto y que no sea taaaaan simple, la boca y la nariz están conectadas, por lo que se puede percibir aromas a través de ese conducto. Lo que se suele llamar retronasal.
Estas son las nociones básicas. En futuros artículos veremos parte por parte, e incluso haremos alguna cata juntos. Veréis que nos es tan difícil!!!

viernes, 11 de febrero de 2011

Esto tiene corcho, oigaaaa!!!!!!!

Recuerdo la primera vez. Que vergüenza me dio. En una pizzería, con un compañero. Pedimos la cena y una botella de vino. Nos la dejan en la mesa. Nosotros emocionados (yo al menos) pillamos la copa, la miramos, la olemos con cara de expertos y tras la primera impresión llamamos al camarero de nuevo:
-Mire usted, que esta botella tiene corcho.
El camarero todo majo se va con el vino y al rato vuelve con una jarra de cerveza con vino dentro.
Mi amigo y yo nos miramos, comprobamos que nos habían traído el mismo vino pero en otro recipiente y pedimos un refresco.
No, que un vino tenga corcho no significa que tenga virutillas flotando como si fueran el  portaaviones “USS Marshall” de la décima flota del Pacífico Norte. Significa que HUELE a corcho. Puede llegar a ser realmente desagradable si es muy intenso.
Y no es por que lleve muuuuucho tiempo el corcho en la botella, o por que esté mal conservado el vino o por que ceda olores el corcho de igual forma que lo hace la barrica.
La culpa de todo la tiene el cloro y su unión a otras moléculas llamadas fenoles. Estos fenoles se encuentran en la composición del corcho y en la madera en general. Si el corcho o la madera (incluso la decorativa) no están bien tratados en origen o están mal conservados en bodega, en ambientes húmedos proliferan hongos que modifican los cloro-fenoles y los transforman en cloro-anisoles que son los responsables del olor.
Ya sabemos de dónde sale el anisol, pero ¿y el cloro?. Pues del agua del grifo, de la fumigación de las maderas decorativas (techos, suelos, jaulones…), del tratamiento de blanqueo del corcho…
Así que la próxima vez que un vino os huela a corcho ya sabéis que no tiene por que ser del tapón. Ah! Y un consejo, pedid que os cambien el vino por otro de una botella nueva.

viernes, 4 de febrero de 2011

Ya ha pasado un mes

            Parece mentira que ya sea Febrero. En Ribas del Cúa hemos hecho un montón de cosas en Enero:
            Una cata el 7 de Enero en el D’María, en la zona de la Rosaleda. Estuvo muy bien, es un lugar agradable y el personal muy amable y cercano. Catamos Adras, Oncedo, y Crianza. Y lo mejor de todo es que pidieron un “bis” y se abrió Ribas del Cúa Privilegio para agradecer a la concurrencia la presencia y el apoyo.
            También estuvimos el 14 de Enero en la reapertura del Bule2, en la calle Fleming de Ponferrada. Allí compartimos con todos los que quisieron acercarse a estar con nosotros una copa de Terra70, de Adras o de Oncedo y una amplia gama de pinchos muy vitoreada.
            Hemos estado en los cursos de cata de la escuela de sumillería de Tarragona con Oncedo y ha tenido muy buena acogida.
            Pero no solo nos hemos dedicado a visitar locales y mostrar nuestros vinos.  También hemos dedicado tiempo a perfilar la nueva añada de Adras, el 2008 que saldrá a la calle en pocos días.
            Así mismo hemos comenzado a preparar la nueva añada de Terra70, el 2010 que aparecerá en dos semanas y que estamos seguros de que no va a decepcionar  a todos los que han conocido la añada anterior.
            Como veis no paramos, y eso es sólo el principio.