jueves, 22 de marzo de 2012

El tonel de mi abuelo

El otro día estaba promocionando mi vino tinto joven en el Super mega-grande de mi pueblín. El vino está elaborado de forma parecida a la maceración carbónica. Es decir, los granos de uva fermentaron solos y a media fermentación, se prensó todo y el líquido terminó de fermentar sin las pielecillas ni las pepitas.
El caso es que se me acerca un señor de aproximadamente 60 años. Le ofrezco el vino toda maja y tras catarlo, me da su opinión:
-Pues no me gusta. No está hecho el vino, no es bueno.
En ese momento pones cara de póker.
- El vino bueno es el que hago yo- continúa el hombre- en el tonel de mi abuelo. De 20 cántaras (las unidades de medida son otro post). Ese si que es bueno, no el acero inoxidable de ahora. Es de castaño, del monte de mi`pueblo. Lo hizo mi abuelo con sus manos. Ahora no se hacen así.
Tu sonrisa ya se nota más falsa que una moneda de tres pesetas, y piensas que a ver qué sale de un depósito de 300L  y de 150 años de antigüedad, como poco.
-Por que el vino bueno tiene que hacerse en madera. Y tiene que pasar los fríos de invierno, y trasegarse con la luna nueva. Ahora no sabéis hacer vino.
En ese momento pasó conocido y allí me dejó sola.

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